
Correr es la mejor de las medicinas
¿Cuál es la dosis adecuada?
Es de suma importancia ‘aplicarla’ de manera regular en nuestra vida. Aunque probablemente experimentemos un alivio de los síntomas que nos aquejan durante los primeros días de su uso, muchos pacientes requieren al menos cuatro semanas de tratamiento para empezar a notar alguna mejoría.
Debemos usarla en nuestra rutina diaria, en el momento que mejor nos parezca. Hay un gran número de convalecientes que muestran un significativo progreso gracias a que suelen consumirla todos los días a la misma hora. Aquellos que tienen jefes infames, esposas nada cariñosas y demás, suelen ‘aplicarla’ 2 ó hasta 3 veces al día.
La sobredosis de esta medicina ocurre, en la mayoría de los casos, durante los primeros años de tratamiento. Con el tiempo seremos capaces de encontrar la dosis que mejores resultados nos arroje.
¿Quiénes no deberían consumirla?
Uno no debería empezar a tratarse con ella si no es capaz de caminar una vuelta completa a la manzana. La recomendación general para todos los pacientes es empezar con una dosis baja de acondicionamiento aeróbico antes de tomarla. Resulta contraproducente pasar de no hacer ejercicio regularmente a correr 26.2 millas en seis meses.
¿Se puede mezclarla?
Aunque se sabe que por sí sola puede aliviar la mayoría de los síntomas que adolecemos, podemos combinarla tranquilamente con otras medicinas. Algunas personas, para conseguir dejar atrás sus dolencias, no pueden tolerar altas cantidades de este medicamento. Dependiendo del caso, es probable que obtengamos mejores resultados combinándolo con el ciclismo, subir escaleras, yoga, caminatas, esquí, etc.
¿Y si dejé de aplicarla?
Los pacientes que hayan dejado de consumir algunas dosis de esta medicina reciben la recomendación de incrementarlas en los días siguientes, por lo menos hasta que las sensaciones de culpa, remordimiento, depresión, pérdida de condición física e incremento de la grasa corporal, hayan desaparecido.
¿Existen efectos secundarios?
Desde luego. Según algunos estudios clínicos realizados en los últimos años, correr puede producir que acusemos: obcecación por el calzado y ropa deportiva, dolor muscular pasajero, pie de atleta, sensación de superioridad, disminución de apetito, reducción de la predisposición para hacer labores en casa, obsesión por el cronómetro, pérdida de interacción social, entre otros síntomas.
Por tanto, ¿es recomendable?
Desde cualquier punto de vista, aunque se sugiere encarecidamente que consulte con su médico de cabecera para que le indique los detalles de su consumo.